Acabo de recibir un correo en cadena sobre Haití. Creía que se trataría de una reflexión sobre el espanto y el horror en el que ha quedado uno de los países más pobres del mundo, un estado fallido cuyos habitantes han sufrido la esclavitud, las dictaduras más violentas y salvajes, las maquinaciones de grandes potencias como Estados Unidos y Francia o el lado más bestial del capitalismo mundial. Pensaba que al abrir el mensaje descubriría quizás una crítica a la injusticia a la que se ha sometido al pueblo haitiano durante siglos y a la hipocresía del mundo para con un país que, hasta hace poco más de una semana, parecía olvidado de la mano de Dios.
Pero no. Lo que me he encontrado ha sido una parrafada más propia de Cuarto Milenio que el intento de alguien que pretendiera acercarse sensatamente al horror de Haití. Demonio, vudú, zombies, consagraciones... Superstición en estado puro, una historia de ciencia-ficción que en cualquier otro momento hasta podría haber resultado curiosa, pero que con la perspectiva de más de 100.000 muertos, la mayor parte de un país enruinas y cientos de miles de personas sin hogar suena a broma macabra y superficial. Culpar ahora al pueblo haitiano de sus desgracias inventándose una teoría de este tipo, más propia de una novela de Stephen King, es frivolizar brutalmente el dolor ajeno.
Os pediría por tanto que en lugar de hacer gracietas morbosas sobre el terremoto de Haití dejarais a un lado vuestras alarmas bienpensantes, pospusierais la reconquista espiritual del pueblo haitiano y ayudarais de verdad a los miles de damnificados por la tragedia donando dinero a las organizaciones que ya están trabajando en el terreno para reconstruir un país hundido en la destrucción. Dejad las "consagraciones al diablo" para Íker Jiménez, porque esa explicación no os funcionará, no al menos con personas que piensen de forma racional.
Es infame y propio de fanáticos religiosos el querer ahora ver en esta desgracia un "castigo divino", además de una muestra de insensibilidad total que tendría que resultar escandalosa viniendo de creyentes de una religión que afirma que Dios es Amor (doy por contado que muchos de vosotros sois cristianos). Imagino que es más fácil inventarse una historia truculenta con seres sobrenaturales de por medio que denunciar las causas tangibles de una desgracia como ésta y que tienen su base en las injusticias a las que los países ricos someten a los pobres. En definitiva, es más sencillo echarle la culpa al vudú que a la explotación del Tercer Mundo por EEUU y compañía.
Podríais ser más coherentes con vuestras ideas y creencias y predicar con el ejemplo cogiendo un avión y plantandoos allí directamente, colaborando con toda la gente que a lo mejor no ha recibido vuestro correo, pero que en los haitianos no ve a pérfidos negritos adoradores del Diablo, sino a seres humanos que lo están pasando mal. Quizás así podáis ganarle la batalla de la conversión de Haití a los evangélicos yankis que, siempre pensando en la salvación del alma (ya se sabe que este "lacrimarum valle" no cuenta nada para la religión en general), han mandado 600 biblias parlantes a las víctimas de la catastrófe. Puede que las biblias parlantes sean lo último en predicación, pero donde esté repartir alimentos, curar a los heridos y los enfermos y apartar escombros, que se quite cualquier otro tipo de ayudas después de un terremoto.
Por favor, no frivolicéis con el dolor ajeno. Y menos con el de un pueblo hundido en la miseria.
Pero no. Lo que me he encontrado ha sido una parrafada más propia de Cuarto Milenio que el intento de alguien que pretendiera acercarse sensatamente al horror de Haití. Demonio, vudú, zombies, consagraciones... Superstición en estado puro, una historia de ciencia-ficción que en cualquier otro momento hasta podría haber resultado curiosa, pero que con la perspectiva de más de 100.000 muertos, la mayor parte de un país enruinas y cientos de miles de personas sin hogar suena a broma macabra y superficial. Culpar ahora al pueblo haitiano de sus desgracias inventándose una teoría de este tipo, más propia de una novela de Stephen King, es frivolizar brutalmente el dolor ajeno.
Os pediría por tanto que en lugar de hacer gracietas morbosas sobre el terremoto de Haití dejarais a un lado vuestras alarmas bienpensantes, pospusierais la reconquista espiritual del pueblo haitiano y ayudarais de verdad a los miles de damnificados por la tragedia donando dinero a las organizaciones que ya están trabajando en el terreno para reconstruir un país hundido en la destrucción. Dejad las "consagraciones al diablo" para Íker Jiménez, porque esa explicación no os funcionará, no al menos con personas que piensen de forma racional.
Es infame y propio de fanáticos religiosos el querer ahora ver en esta desgracia un "castigo divino", además de una muestra de insensibilidad total que tendría que resultar escandalosa viniendo de creyentes de una religión que afirma que Dios es Amor (doy por contado que muchos de vosotros sois cristianos). Imagino que es más fácil inventarse una historia truculenta con seres sobrenaturales de por medio que denunciar las causas tangibles de una desgracia como ésta y que tienen su base en las injusticias a las que los países ricos someten a los pobres. En definitiva, es más sencillo echarle la culpa al vudú que a la explotación del Tercer Mundo por EEUU y compañía.
Podríais ser más coherentes con vuestras ideas y creencias y predicar con el ejemplo cogiendo un avión y plantandoos allí directamente, colaborando con toda la gente que a lo mejor no ha recibido vuestro correo, pero que en los haitianos no ve a pérfidos negritos adoradores del Diablo, sino a seres humanos que lo están pasando mal. Quizás así podáis ganarle la batalla de la conversión de Haití a los evangélicos yankis que, siempre pensando en la salvación del alma (ya se sabe que este "lacrimarum valle" no cuenta nada para la religión en general), han mandado 600 biblias parlantes a las víctimas de la catastrófe. Puede que las biblias parlantes sean lo último en predicación, pero donde esté repartir alimentos, curar a los heridos y los enfermos y apartar escombros, que se quite cualquier otro tipo de ayudas después de un terremoto.
Por favor, no frivolicéis con el dolor ajeno. Y menos con el de un pueblo hundido en la miseria.